UN DIALOGO PENETRANTE

No puedo dar detalles de este encuentro clandestino porque una de las condiciones para divulgar nuestra charla fue mantener a la fuente en secreto. Las razones son obvias: será el primer pene en despojarse del mito del poder machista y develarnos sus secretos en torno a su masculinidad en un diálogo agudo, sincero y penetrante.
¿Te sientes el símbolo de la masculinidad?
Desde hace siglos soy un símbolo de poder. El pene es el cetro del rey de la casa.
¿Mientras más grande el pene, más valioso un hombre?
El tamaño no importa, pero la sociedad le da demasiado valor. Un hombre valioso es un hombre con carácter y fortaleza, no con un pene grande.
¿Por qué crees que significas tanto para los hombres, si comparado con el cerebro o el corazón no haces mucho?
No me quite mérito, por favor. Si bien no soy un órgano vital como el corazón o el cerebro, soy miembro principal del aparato reproductor, miembro activo del sistema urinario y soy un órgano sexual; sobre mi cabeza recae la responsabilidad de preservar la especie. Soy fuente de placer tanto para hombres como para mujeres, asumo que no soy la única forma de placer pero —con seguridad— soy la más famosa.
¿Te consideras un líder?
No. No me interesa ni la política ni la televisión, ¿o alguna vez ha visto alguno de los míos en la tele de señal abierta? Somos más tímidos y sensibles de lo que muchos imaginan. Por ejemplo ahora, usted me mira con tanta curiosidad que me encojo por timidez, es raro porque todos creen que nos gusta ser admirados y que esa vanidad nos infla el pecho y calienta la cabeza, pero no es así. Hay que sentirse cómodo para tener la reacción correcta.
¿Realmente crees que el mundo te aprecia?
Muchas veces me he sentido utilizado, como si fuese un pedazo de carne (o cartílago para decirlo con propiedad), pero entiendo la responsabilidad que me ha tocado en la vida. Si un día estoy cansado y no logro elevarme, el individuo piensa que como ser humano ya no sirve y entra crisis. Nadie puede pensar que estoy exhausto de tanto trabajar. Socialmente se han creado leyendas y tabúes en torno a mí. Me han otorgado un simbolismo de género y eso demuestra un gran aprecio.
¿Cómo eras a los 16 años?
Era un loco; muy vehemente y apasionado. Creía que podía satisfacer a todas las mujeres solo con entrarles. Buscaba solo mi satisfacción y creía que todo lo sexual era una competencia frente a otros miembros. Lamentablemente hay muchos miembros que jamás superan esta etapa de inmadurez.
En la plenitud de tus 40 años, ¿cómo te describes?
Ahora soy muy selectivo, dejé de ser egoísta y autoritario. Sé que mi desempeño y performance han mejorado. Me siento más valorado que en mis épocas mozas. Los hombres deben aprender que el cariño, la ternura y la atención construyen una relación amorosa sólida a través del tiempo.
Mi entrevistado, luego de esta reflexión, deja caer una lágrima y me confiesa que es romántico y sensible. No hubo ni un beso ni un abrazo de despedida. Se fue con la promesa de volvernos a encontrar con un fuerte apretón de manos.
SUMILLA
Sobre mi cabeza recae la responsabilidad de preservar la especie. Soy fuente de placer tanto para hombres como para mujeres, asumo que no soy la única forma de placer pero —con seguridad— soy la más famosa.

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